El gobernador movió al ex Coordinador de Políticas Ambientales Santiago Azulay, al cargo de Secretario de Ambiente de la Provincia.
En particular, subrayamos los argumentos del abogado Santiago Azulay -hasta entonces Coordinador Provincial de Políticas Ambientales- en el marco del Congreso Internacional de Patrimonio, Industria y Ambiente, organizado por la UNdeC en noviembre del 2014. Este funcionario señala: “Ya hemos solucionado el principal problema, el trabajo de la gente… ahora sí vamos a encargarnos de solucionar las consecuencias que el desarrollo industrial produce en la naturaleza, y lo estamos haciendo. Ese es el orden en que deben hacerse las cosas, no podemos preocuparnos dónde vamos a tirar la cáscara antes de romper el huevo”. Parece mentira que estas palabras hayan sido “lanzadas” en la apertura de un congreso internacional como el mencionado, y justamente por alguien encargado de las políticas de medioambiente.
En primer lugar, las palabras del Sr. Azulay dan cuenta de una evidente contradicción entre los principios que sostienen las actuales políticas ambientales de la provincia y los del paradigma del desarrollo sustentable, cuya filosofía, valores y acciones están explicitados en la Agenda 21, aprobada en la conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, realizada en Río de Janeiro en 1992. Después de 22 años de proclamada esta Agenda, nuestros funcionarios siguen mostrando lo poco o nada que conocen -o se interesan- por un modelo de desarrollo que sea “capaz de satisfacer las necesidades actuales, sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones”, como indica el Informe Brundlandt de 1987, el cual sugerimos leer.
Además, las palabras de Azulay vulneran una serie de principios éticos y legales. En primer lugar el PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN que indica que “cuando una actividad se plantea como una amenaza para la salud humana o el medioambiente, deben tomarse medidas precautorias, aun cuando algunas relaciones de causa y efecto no se hayan establecido de manera científica en su totalidad” (Declaración de Wingspread, 1998).
Nonogasta es el mejor ejemplo de NO-PRECAUCIÓN; nadie se pre-ocupó de las consecuencias de industrias como la curtiembre, que ya ha causado un innegable desastre ambiental, que muchos se obstinan en relativizar o simplemente negar. Es el caso del Ing. Químico Osvaldo Cado, quien niega que la contaminación de la curtiembre represente un peligro para la salud humana, contradiciendo los diagnósticos de varios médicos que se ocuparon del caso de Nonogasta. La negación del Ing. Cado cierra las puertas al PRINCIPIO DE PREVENCIÓN que “obliga a tomar medidas dado que se conoce el daño ambiental que puede producirse”.
Por otro lado, desde el punto de vista legal, los argumentos del Sr. Azulay infringen el Derecho Constitucional consagrado en el ARTÍCULO 41 que sostiene: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes, sin comprometer las de las generaciones futuras… El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho…”
Y la transgresión de este derecho fundamental, también le cabe a las empresas asentadas en Nonogasta, quienes rehúsan los preceptos de la RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL (RSE), que indica “hacer negocios basados en principios éticos y apegados a la ley. La empresa tiene un rol ante la sociedad, ante el entorno en el cual opera. La RSE no es una cultura filantrópica, implica que las empresas adopten una postura activa y responsable en torno al impacto de sus operaciones”. En Nonogasta, la RSE suena a cuento de ciencia-ficción!
Sr. Azulay, si “el orden en que deben hacerse las cosas” es primero dar trabajo y luego, 30, 40 o 50 años después, preocuparse por ver “dónde vamos a tirar la cáscara del huevo”, es decir, por solucionar los problemas de la contaminación que producen las actividades productivas en Nonogasta (curtiembre, bodegas, entre las más notorias), queremos decirle que Ud. está a años luz del paradigma de la sustentabilidad. Y si seguimos en ese orden de cosas, cuando funcionarios como Ud. se decidan a pensar “dónde van a tirar la cáscara del huevo”, Nonogasta se habrá convertido en un cementerio de falsos sueños, cimentados en las anacrónicas nociones de desarrollo y progreso que aún sostienen las políticas de gobierno.
Asamblea de ciudadanos “El Retamo”, Nonogasta.
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