Sin embargo se transforma su sentido en luz, cuando reconocemos en la cruz a los crucificados, sus nombres, sus sueños, sus ideales. De ellos y ellas, hay uno que lo sintetiza y resume todo. Su nombre es Jesús, su vida simple e inmensa, vivir para los demás, su causa, el amor incondicional y la justicia que sana y libera, a todxs, sin excepción. Este nombre tiene cuerpo, y es el cuerpo que habla de lo que necesitamos: La solidaridad, el amor, el compromiso, el jugarse por el otro y la otra.
En nuestra Rioja, en la subida al Yacampis, hay una Cruz, que por problemas técnicos de desgaste del material, quedó despojada de la magnifica talla de Jesús, que yace a un costado, cuidado y venerado por el pueblo sencillo, el mismo que acompañó su tallado y traslado emocionado y agradecido hace más de 20 años.
Hoy nos pregunta e interpela la vida, la fé, la historia, lo más hondo del sentimiento, la verdad que libera y salva:
¿Hará falta que vuelva el alguién, el nombre, el que se jugó hasta el extremo, Jesús crucificado, al sitial de la vida derramada por el bien de la humanidad en esta rioja «querendona» que soñamos unida y solidaria?
¿Estaría bueno, que unas manos artesanas, con paciencia y cariño, con un material noble pero más liviano, que el majestuoso y robusto tronco de hace veinte años, vuelva a hacer brillar ese cuerpo de Jesús, el Cristo, para el próximo viernes santo?
Escuchando muchas voces y pedidos, mirando los ojos y los anhelos callados pero sentidos de tantxs riojanxs, pareciera que si, que valdria la pena, porque el Amor es más fuerte, y tiene cuerpo y rostro: humano; nombre: Jesucristo; causa: el bien común, el bien de todxs, La Rioja, con un pueblo unido y feliz.
Es lo que necesitamos en La Rioja que late: Que la Imágen de Cristo, en la Cruz de la subida al Yacampis, este viernes santo del año 22, vuelva a abrazar y bendecir a su pueblo. Será puro mensaje.