Redacción de RiojaLibre
En los medios porteños no se explican por qué Inés Brizuela y Doria no renunció a su banca de Senadora el pasado Miércoles, ya que debe asumir como Intendenta el 11 de Diciembre. Viendo el panorama que presenta el Municipio capitalino, quizás se encuentre la respuesta.
El Martes, el Secretario de Gobierno Alejandro Busso y el Secretario de Servicios Públicos a cargo también de la Secretaría de Hacienda, Heber Sirerol, informaron a los Concejales que la Gestión de Paredes Urquiza culmina con una deuda que ronda los $220 millones.
Por otra parte, en la Transición, Inés Brizuela y Doria descubrió que además de los 3.000 PEM que mes a mes padecen el cobro de su salario, hay alrededor de 3.000 ‘ayudas económicas’ de alrededor de $5.000 cada una, que el Municipio paga con los ‘gastos de funcionamiento’ que envía el Gobierno Provincial.
Es decir, además de la deuda de 220 millones de pesos, Inés deberá hacerse cargo del pago de 6.000 trabajadores que Provincia no tiene en sus registros, y -por lo tanto- no envía el dinero.
La intendenta electa está encerrada en un laberinto: si osa con ‘tocar’ a alguno de los 3.000 PEM o a alguno de los beneficiarios de las 3.000 ‘ayudas económicas’, deberá soportar que los trabajadores se movilicen hacia el Municipio reclamando y solidarizándose con el ‘compañero’ despedido.
Quizás sea por ello que Inés no renuncia a su banca en el Senado. Quizás la falta de sororidad con Clara Vega (se especula que Inés no renuncia a la banca hasta que se asegure que sea el radical Gugu Rivero quien la reemplace) no sea tal. Quizás Inés no renuncia a su banca en el Senado y su privilegiado lugar en la Magistratura, porque descubrió el estado real del Municipio capitalino.